Es tiempo de esperanza. Pero, ojo, que si estamos un poco despiertos deberíamos advertir que en las primeras semanas de Diciembre se superponen muchos tipos de intereses y expectativas: unos esperan regalos, la ilusión de las vacaciones, que les toque la lotería… otros que pasen rápido estas fechas que te obligan a ser feliz, a veces artificialmente… Pero… ¿quién espera a Dios?
El centro de un buen Adviento es subrayar la importancia de las personas por encima de
todo lo demás. Ese es nuestro objetivo: poner en valor que,
antes que la tecnología, las estructuras y cualquier otro elemento están los
hombres y mujeres que habitamos la realidad (la que se puede sentir, la que
podemos tocar) es un buen centro a partir del que trabajar este Adviento y esta
Navidad. Es con todos ellos, y jamás aislados, como podemos encontrar un Dios
que es relación y que en estas fechas lo demuestra de manera ejemplar.