A lo largo de esta Cuaresma hemos abierto varias veces nuestra puerta: unas, para tirar a la papelera las cosas que no nos hacen bien; otras, para adornar la puerta con lo que nos ayuda a crecer, a ser mayores y mejores.
Nuestro interior ha cambiado, nuestro corazón es más limpio. Estamos más cerca de Dios, NOS ESPERA AL OTRO LADO.